Serie: Overlord.
Volumen 5: Los Hombres en el Reino (Parte 1).
Capítulo 3: Aquellos que ayudan, aquellos que reciben ayuda (Parte 1).
Autor: Kugane Maruyama (丸山くがね).
Ilustrador: So-bin.
Traducción al español: Erb y Sebastian Santos.
Capítulo 3: Aquellos que ayudan, aquellos que reciben ayuda
Parte 1
Mes de Fuego Medio (8vo Mes), Día 26, 15:27
Después de escoltar a la anciana a su casa, Sebas se dirigió a su destino original.
El lugar a donde llegó estaba rodeado de muros anchos.
Más allá, se podía ver tres torres, cada una tan alta como un edificio de cinco pisos. Ninguno de los edificios ubicados alrededor de la zona era tan alto como las torres, ocasionando que éstas parecieran increíblemente altas.
Las torres estaban rodeadas por diversos edificios estrechos de dos pisos.
Este lugar era la sede del Gremio de Magos del Reino. Ellos requerían de un amplio espacio de terreno para poder desarrollar nuevos tipos de magia y para la educación de los lanzadores de magia. La razón por la cual poseían un terreno tan grande, a pesar de no estar financiados por el Reino, era porque ellos eran los que estaban a cargo de la creación de ítems mágicos.
Eventualmente, Sebas pudo avistar una puerta de aspecto macizo. La decorada puerta de madera que conducía a un edificio de dos pisos estaba completamente abierta, y a cada lado había numerosos guardias armados.
Sin ser detenido por los guardias —recibiendo sólo una rápida mirada— Sebas ingresó por la entrada.
Más allá había un conjunto de escaleras anchas que llevaban hacia otra puerta que conectaba con un espléndido edificio antiguo hecho de mármol blanco. Esa puerta también había sido dejada abierta como para dar la bienvenida a los huéspedes.
Al atravesar la puerta se llegaba al recibidor, y más allá de éste estaba la recepción. El techo alto de la sala estaba adornado con innumerables candelabros iluminados con magia.
A la derecha estaba la sala de estar de la recepción, con numerosos sofás donde varios lanzadores de magia parecían estar en medio de una discusión. A la izquierda había un tablón de anuncios; numerosos aventureros y personas usando túnicas de lanzadores de magia se encontraban mirando seriamente los pergaminos clavados al tablero.
Más adelante, varios hombres y mujeres jóvenes estaban sentados detrás de un mostrador. Todos tenían bordado en sus ropas el mismo emblema que colgaba de la fachada del edificio.
Al otro lado del mostrador había un muñeco delgado, de tamaño humano, sin ojos o nariz— un golem de madera, reminiscente al boceto de un hombre. Lo más probable es que fuese utilizado como seguridad. Salvo por los guardias del exterior, la razón por la que los guardias en el interior del edificio no fueran humanos era probablemente para que el Gremio de Magos se viera único.
Sin vacilar, Sebas se acercó al mostrador con paso seguro.
El joven en el mostrador reconoció a Sebas y le dio la bienvenida con la mirada. Sebas asintió ligeramente en respuesta. Los dos ya se conocían a causa de sus frecuentes visitas.
El joven sonrió y saludó de manera habitual al hombre frente a él.
«Gracias por visitar nuestro Gremio de Magos, Sebas-sama. ¿Puedo preguntar el propósito de su visita?»
«Me gustaría comprar un pergamino mágico. ¿Puedo ver la lista, como siempre?»
«Sí, por supuesto.»
El joven rápidamente colocó un gran libro sobre el mostrador. Lo más probable es que lo hubiese preparado cuando vio que Sebas ingresaba.
Era un libro espléndido hecho con un papel fino y delgado y con cubierta de cuero. Considerando que el texto estaba bordado con hilos de oro, ese solo hecho le daba un valor bastante alto.
Sebas acercó el libro hacia sí y lo abrió.
Desafortunadamente, no podía leer el contenido. No, sería más exacto decir que las personas de Yggdrasil no podían leerlo. A pesar de que podía entender cuando le hablaban a causa de las extrañas reglas de este mundo, era otra la historia para las palabras escritas.
Sin embargo, su amo le había entregado un ítem mágico exactamente para este tipo de problemas.
Sebas sacó un estuche de gafas y lo abrió.
Dentro había un par de anteojos con un marco delgado y parecido a la plata. Mirándolo de cerca, había letras estrechas grabadas en ellos —patrones— y las lentes estaban hechas de cristales de hielo azul.
Cuando se los puso, la magia en ellos le permitió leer los textos dentro del libro.
Rápidamente comenzó a leer las páginas con meticulosa precisión y de repente dejó de mover las manos. Sus ojos se movieron del libro y descansaron sobre una mujer joven sentada detrás del mostrador, al lado del primer joven. Sebas le habló con voz suave.
«¿Hay algún problema?»
«N-nada en absoluto…» La chica se sonrojó y agachó el rostro. «Sólo pensé… que su postura era muy atractiva.»
«Muchas gracias.»
Sebas mostró una sonrisa cordial, haciendo que la chica se sonrojara aún más.
El caballero de pelo gris, Sebas, era alguien que resultaba atrayente con sólo mirarlo. Aparte de su atractivo semblante, irradiaba una elegancia que hacía que, independientemente de su edad, nueve de cada diez mujeres se volvieran a mirarlo. No se podía evitar que la mujer joven en el mostrador se quedara mirando a Sebas; era algo bastante común después de todo.
Sebas asintió y volvió a mirar el libro, su mano se detuvo en una determinada página y le hizo una pregunta al joven.
«Este hechizo— ‘Tabla Flotante’, ¿Podría hablarme en detalle sobre él?»
«Por supuesto.»
El joven comenzó su explicación sin dudarlo.
«‘Tabla Flotante’ es un hechizo de primer nivel que crea una tabla flotante y translúcida. El tamaño y el peso límite de la tabla varía dependiendo del lanzador, pero cuando se invoca usando un pergamino, mide un metro en todos los lados y puede soportar hasta 50 kilogramos de peso. El lanzador puede alejarse como máximo cinco metros de la tabla. Por favor tenga en cuenta que sólo lo seguirá, la tabla no reconocerá órdenes que tengan que ver con cualquier otro movimiento como por ejemplo ir al frente de uno y cosas así. Si el lanzador da un giro de 180 grados en donde está parado, la tabla se reposicionará lentamente detrás del lanzador. Este hechizo se utiliza generalmente para el transporte de mercancías y en obras de construcción.»
Sebas asintió con la cabeza.
«Ya veo. Entonces me gustaría un pergamino con ese hechizo.»
«Entendido.»
El joven no estaba sorprendido por el hecho de que hubiera elegido un hechizo bastante impopular. La mayoría de los pergaminos que Sebas compraba eran del tipo de los que no se vendían muy a menudo, como el pergamino que acababa de comprar. El Gremio de Magos sólo podía estar agradecido con él por ayudarlos a deshacerse de la mercancía que no se vendía.
«¿Sólo un pergamino será suficiente?»
«Sí, sólo llevaré uno, por favor.»
El joven le hizo un gesto al hombre sentado a su lado.
Habiendo escuchado toda la conversación, el hombre se levantó de inmediato y entró por la puerta detrás del mostrador. Los pergaminos eran un producto muy costoso. Incluso con guardias, no deberían ser almacenados en el mostrador.
Unos cinco minutos después, el hombre regresó. En su mano se encontraba un único pergamino enrollado.
«Aquí está.»
Sebas observó el pergamino que pusieron sobre el mostrador. La artesanía del pergamino enrollado era impresionante, incluso a simple vista, era diferente de los pergaminos que se vendían en los mercados. Lo comprobó para asegurarse de que el nombre del hechizo escrito en tinta negra fuera igual al nombre del hechizo que quería y luego se quitó las gafas.
«Es correcto. Voy a llevarlo.»
«Muchas gracias.»
El joven inclinó la cabeza cortésmente.
«Este pergamino contiene un hechizo de primer nivel y le costará una moneda de oro y diez monedas de plata.»
Una poción del mismo nivel de magia costaba dos monedas de oro. Comparado con eso, el pergamino era relativamente barato. Un pergamino era especial ya que normalmente sólo podían ser usados por aquellos versados en el mismo tipo de magia. Básicamente, esto significaba que una poción, que podía ser utilizada por cualquier persona, obviamente tendría un precio más alto.
Por supuesto, incluso si alguien fuera a decir que era barato, una moneda de oro y diez monedas de plata seguía siendo una cantidad de dinero bastante grande para una persona promedio. Aproximadamente equivalía al salario de un mes y medio de trabajo. Sin embargo, para Sebas— no, para la persona a la que servía, esa cantidad era trivial.
Sebas sacó una bolsita de cuero, aflojó la parte superior, y contó once monedas. Luego le entregó la cantidad solicitada al joven.
«El pago ha sido recibido.»
El joven no hizo algo como comprobar la autenticidad de las monedas frente a él. Sebas había comerciado con ellos lo suficiente como para ganarse su confianza.
◆◆◆
«¡Ese viejo caballero era genial!»
«¡Sí!»
Después de que Sebas salió del Gremio de Magos, los recepcionistas, especialmente las mujeres, se reunieron y comenzaron a hacer un alboroto.
En lugar de los rostros de mujeres sagaces, tenían los rostros de chicas que se habían encontrado con su príncipe soñado. Uno de los hombres sentados en el mostrador fruncía el ceño por los celos, pero habiendo experimentado en persona la elegancia de Sebas, se mantuvo en silencio.
«En el pasado debe de haber servido a algún noble de una posición increíblemente alta. No sería extraño si incluso fuese el tercer hijo de alguna familia noble adinerada.»
Incluso entre los nobles, era común que los que no podían heredar la posición de jefe de familia se convirtieran en mayordomos o sirvientas. Mientras más prestigioso fuese el título de un noble, más querría emplear a tales sirvientes. El aire de elegancia que rodeaba a Sebas hacía que los demás creyeran que él mismo era un noble.
«Tenía un comportamiento muy refinado.»
Todos en el grupo detrás del mostrador asintieron con la cabeza estando de acuerdo.
«Creo que definitivamente aceptaría si él me invitara a salir a tomar un té.»
«¡Sí, yo también! ¡También iría! ¡Definitivamente!»
Las chicas gritaban con voces agudas. Cosas como que parecía ser del tipo familiarizado con tiendas muy elegantes, o que sería el acompañante perfecto. Los hombres las miraban de reojo desde un lado mientras sostenían una discusión propia.
«Parecía bastante educado. ¿Podría ser también un lanzador de magia?»
«Tal vez, es posible.»
Los hechizos que Sebas elegía eran siempre los que se habían inventado recientemente. Éste era por qué podían pensar que tenía amplios conocimientos sobre la magia. Si le hubieran ordenado comprar un hechizo, entonces simplemente diría el nombre directamente en lugar de revisar el libro. El hecho de que tomara la decisión después de mirar a la lista significaba que él mismo decidía qué hechizo iba a comprar.
Definitivamente no era un hombre mayor ordinario. En otras palabras, no sería inusual pensar que era un tutor de magia— un lanzador de magia.
«Y esas gafas… ¿Acaso no parecían ser increíblemente costosas?»
«¿Podría haber sido un ítem mágico?»
«No, ¿no se trata simplemente un objeto lujoso? Tal vez fueron hechas por un enano.»
«Cierto, poseer un par de gafas así de hermoso lo hace una persona increíble.»
«Quisiera ver una vez más a la belleza que trajo consigo la otra vez.»
Las palabras que el hombre murmuró, casi como una idea de último momento, fueron recibidas con las voces de oposición del otro extremo.
«¿Qué~? Lo único agradable de esa chica era su aspecto físico.»
«Sí, me dio algo de pena por Sebas-san. Definitivamente lo están saturando de trabajo.»
«Incluso si es hermosa, claramente tiene una personalidad fea. No me gustó la forma en que nos miraba. Lo siento por Sebas-san por tener que servir a alguien así.»
La severa crítica de las mujeres hacia una persona del mismo sexo hizo que los hombres cerraran la boca.
El ama de Sebas poseía una belleza tal que haría a otros caer a sus pies con sólo mirarla por un instante. Aunque las mujeres al lado de ellos eran lo suficientemente hermosas como para haber sido escogidas como los rostros del Gremio de Magos, la diferencia era como la del día y la noche. A pesar de que los trabajadores varones querían decirles que no estuvieran celosas, era obvio lo sucedería si es que lo hacían. No había nadie entre ellos que fuese tan tonto. Fue por eso que—
«Oigan, basta de charlas.»
El joven había visto a un aventurero dirigiéndose hacia el mostrador y dirigió su voz al grupo, urgiéndoles a que se mostraran serios y a continuar con su trabajo.
◆◆◆
Después de retirarse del Gremio de magos, Sebas miró al cielo.
Debido a que escoltar a la anciana a su casa le había tomado más tiempo de lo esperado, poco a poco el cielo estaba tiñéndose de un color rojizo. Aunque su reloj mostraba que ya era hora de regresar a casa, Sebas aún no había terminado con sus tareas diarias. Dado que no era un problema, ¿debería dejar el resto para mañana? O tal vez debería terminar con lo que quedaba por hacer, incluso si eso significaba pasarse del tiempo asignado.
Sus dudas sólo duraron un instante.
Había ayudado a la anciana por elección propia, por lo tanto tenía que asumir la responsabilidad.
«—Demonio de Sombras (Shadow Demon).»
Sebas sintió un ligero movimiento en su sombra.
«Por favor, avísale a Solution. Dile que regresaré un poco tarde. Eso es todo.»
Aunque no hubo respuesta, la presencia se movió y se volvió distante, como si se moviera entre las sombras.
«Entonces ahora…»
Sebas movió los pies.
No tenía un destino fijo. Su objetivo era trazar un mapa de la capital. No le habían ordenado hacerlo, más bien, estaba haciéndolo por voluntad propia, como parte de su recolección de información.
«Hoy dirijámonos en esa dirección.»
Después de haber murmurado para sí mismo, Sebas frotó su cabello hacia atrás e hizo girar el pergamino que tenía en la mano. Era como un niño disfrutando del momento.
Caminó más y más lejos del centro de la capital, en donde había un mayor orden público.
Luego de doblar por los caminos, las calles comenzaron a verse sucias y el mal olor comenzaba a impregnar el aire. Era el olor de alimentos podridos y aguas residuales. Sebas caminó en silencio a través del mal olor que amenazaba con aferrarse a su ropa.
Abruptamente detuvo su paso y miró a su alrededor. Al parecer se había aventurado en un callejón. El camino era apenas lo suficientemente amplio como para permitir que dos personas pasaran al mismo tiempo.
El estrecho callejón y el sol ocultándose, sin signos de personas por ningún lugar, harían difícil que cualquier otra persona tomara este camino. Pero nada de eso representaba un problema para Sebas. Caminó en silencio, fundiéndose con la oscuridad.
Sebas dobló en múltiples esquinas en dirección a un lugar que se encontraba más desolado que el anterior y, de repente, sus firmes pasos se detuvieron.
Sin un destino específico en mente, había estado caminando hacia donde sus pies y caprichos lo llevaran. Sin embargo, se dio cuenta de que estaba bastante lejos del lugar que había establecido como su base. Haciendo uso de su intuición, Sebas tenía una idea aproximada de su ubicación actual y trazó una línea mental desde donde se encontraba actualmente hasta el lugar en donde estaba su base.
Aunque era una distancia insignificante teniendo en cuenta la capacidad física de Sebas, esto era siempre y cuando el camino fuese en línea recta. Caminar normalmente le tomaría bastante tiempo. Como ya casi era hora de que cayera la cortina de la noche, sería prudente que comenzara a regresar. No quería preocupar a Solution, que se estaba quedando con él. En caso de que apareciera un enemigo fuerte, tanto Solution como Sebas tenían a un Demonio de Sombras oculto bajo sus sombras. Si los usaban como escudos tendrían tiempo suficiente para retirarse. Sin embargo—
«… Debería regresar.»
Aunque sinceramente, quería continuar su caminata un poco más. Esto era casi un pasatiempo para él; a menudo perdía la noción del tiempo cuando se trataba de sus paseos. Sin embargo, incluso si tenía que retirarse, Sebas sintió que al menos debería ver que había más allá de este camino y decidió continuar por el estrecho callejón.
Mientras caminaba en silencio a través de la oscuridad, un ruido crujiente y repentino resonó a quince metros delante de él. En frente, una pesada puerta de hierro se abrió lentamente, dejando escapar las luces del interior. Sebas se detuvo y observó en silencio la escena que se desarrollaba frente a él.
Cuando la puerta se abrió completamente, el rostro de una persona apareció a la vista. A pesar de que sólo se podía discernir la silueta debido a la luz de fondo, probablemente era un hombre. Había salido para examinar los alrededores y, sin haberse percatado de Sebas, volvió a entrar.
De repente, con un sonido sordo, un saco pesado fue arrojado fuera de la puerta y se estrelló contra el suelo. La luz que salía de la puerta iluminó el saco, y por su forma, era evidente que había algo suave en su interior.
Aunque la puerta estaba abierta, el hombre que arrojó el saco como si se tratase de basura no volvió a aparecer.
Por un instante, Sebas frunció el ceño y se preguntó si debía pasar por delante del saco o si debía regresar por donde vino. Se había encontrado con un incidente bastante molesto.
Después de un breve momento de duda, continuó por el camino estrecho y silencioso del callejón oscuro.
El gran saco se abrió.
El sonido de los pasos de Sebas resonaba en el callejón y por fin, la distancia entre él y el saco se redujo.
Cuando estaba a punto de pasar por delante del saco, sus pies se detuvieron.
Sebas sintió que algo tocaba sus pantalones. Agachó la mirada y allí, encontró lo que había esperado ver.
Extendiéndose fuera del saco, había una mano escuálida como una rama, sosteniéndose del borde de los pantalones de Sebas, y también el cuerpo desnudo de una mujer.
Ahora el saco estaba completamente abierto, revelando por completo a la chica de la cintura para arriba.
Sus pupilas azules carecían de fuerza, esmaltadas de un destello turbio. El cabello que le caía hasta los hombros, marchito por la falta de nutrientes. Su rostro golpeado e hinchado parecía un globo y su piel seca y agrietada se encontraba cubierta de innumerables manchas rosadas del tamaño de uñas.
Casi no quedaba vida en su cuerpo huesudo.
Era igual a un cadáver. No, evidentemente todavía estaba viva. La mano aferrándose a los pantalones de Sebas proclamaba eso. Pero ¿se podía considerar con vida a alguien que apenas respiraba?
«…¿Podría por favor apartar su mano?»
No hubo respuesta a sus palabras. Era obvio que ella no lo estaba ignorando a pesar de oír lo que había dicho, porque más allá de las grietas de sus párpados hinchados, no había nada reflejado en sus turbios ojos mientras miraban al espacio.
Si Sebas fuera a mover los pies, fácilmente podría liberarse de esos dedos que eran más delgados que las ramas de un árbol. Sin embargo, no lo hizo y en lugar de eso, se lo pidió una vez más.
«…¿Está en problemas? Si es así—»
«Oye, viejo, ¿de dónde saliste?»
Una voz grave y amenazante interrumpió a Sebas.
Un hombre apareció en la puerta. De pecho y brazos gruesos y con una cicatriz en la cara, el hombre miraba fijamente a Sebas con una hostilidad que era evidente para cualquiera que lo viera. La linterna en su mano brillaba con una luz roja.
«Oye, oye, oye. ¿Qué estás mirando, viejo?»
El hombre chasqueó la lengua con fuerza e hizo un gesto con la barbilla.
«Piérdete. Si te vas ahora te dejaré marchar entero.»
Al ver que Sebas no se movía incluso después de la advertencia, el hombre dio un paso adelante. La puerta detrás de él se cerró con un ruido sordo. Muy lentamente, el hombre dejó amenazante la linterna a sus pies.
«Eh viejo, ¿acaso eres sordo?»
El hombre giró su hombro, hizo crujir su cuello, y lentamente levantó su puño derecho. Obviamente era alguien que no dudaría en recurrir a la violencia.
«Hmm…»
Sebas sonrió, era una expresión bastante adecuada para un hombre de su edad. Su sonrisa hacia que otros sintieran su amabilidad y experimentaran una poderosa sensación de alivio. Pero por alguna razón, el hombre dio un paso atrás, como si una poderosa bestia carnívora hubiera aparecido frente a él sin previo aviso.
«Uhh, uh, uh, Qu—»
Presionado por la sonrisa de Sebas, el hombre pronunció palabras incoherentemente. Sin siquiera darse cuenta de que cada vez le era más difícil respirar, el hombre trató de retroceder más atrás.
Sebas aseguró el pergamino, el que compró en el Gremio de Magos y que hasta ahora había estado sosteniendo en la mano, en su cinturón. Dio exactamente un paso al frente para acortar la distancia entre él y el hombre, y extendió la mano. El hombre ni siquiera pudo reaccionar ante ese movimiento. La mano que se aferraba a los pantalones de Sebas cayó al suelo sin hacer ningún ruido.
Como si esa fuera la señal para comenzar, la mano extendida de Sebas agarró la garganta del hombre y— con demasiada facilidad, su cuerpo fue levantado en el aire.
Al comparar a Sebas con el hombre en base únicamente a su aspecto físico, Sebas no tenía ninguna posibilidad de victoria. La edad, el grosor del pecho, los brazos, la altura, el peso y el aroma a violencia que sus cuerpos emanaban; Sebas no podía superarlo en nada de eso.
Ese viejo caballero había levantado el poderoso y pesado cuerpo del hombre con una sola mano—
—No, ese no era el caso. Si hubiera una tercera persona presente, esa persona podría ser capaz de sentir profundamente la ‘diferencia’ entre los dos hombres. Los seres humanos poseían los sentidos de las criaturas vivas— incluso si eran más débiles que los sentidos de los animales salvajes, ¿no se darían cuenta de ello si una diferencia de tal clase se colocaba frente a ellos?
La ‘diferencia’ entre Sebas y el hombre era—
—La diferencia entre el más fuerte y el más débil.
Ahora completamente alejado del suelo, el hombre agitó los pies y retorció su cuerpo. Mientras trataba de agarrar el brazo Sebas con las manos, sus ojos se llenaron de terror, como si se hubiera dado cuenta de algo.
El hombre acababa de descubrir que el viejo frente a él era un ser completamente diferente a lo que aparentaba exteriormente. Cualquier tipo de resistencia inútil únicamente serviría para encolerizar al monstruo frente a él.
«Esa chica, ¿’qué’ es?»
Una voz tranquila llegó a oídos del hombre que se había puesto rígido por el miedo.
Su voz fluyó silenciosamente, como agua clara. El marcado contraste con la forma en que lo sostenía con facilidad en el aire con una sola mano sólo sirvió para aterrorizarlo aún más.
«E-Ella es nuestra empleada.»
El hombre respondió con desesperación; su voz marcada por el miedo.
«Pregunté ‘qué’ es lo que era. ¿Estás respondiendo a mi pregunta diciendo que ella es una ‘empleada’?»
El hombre se preguntó si le había dado la respuesta equivocada. ¿Pero no era ésa la respuesta más adecuada ante esta situación? Sus ojos abiertos de par en par miraron a su alrededor frenéticamente, moviéndose por todos lados como los ojos de un animal asustado.
«Ah. Hay algunos entre mis camaradas que también tratan a los seres humanos como objetos. Me aventuré a adivinar si tú también caías o no en esa categoría. Si tú vieras a los seres humanos como objetos, entonces no sentirías ningún remordimiento. Pero respondiste refiriéndote a ella como una empleada. Entonces hiciste lo que hiciste a pesar de que reconocías que se trataba de un ser humano, ¿correcto? Te lo preguntaré de nuevo. ¿Qué ibas a hacer con ella?»
El hombre lo pensó brevemente. Sin embargo—
Un sonido resonó como si algo estuviese siendo aplastado.
El brazo de Sebas se llenó de fuerza, haciendo instantáneamente que al hombre le fuese doloroso respirar.
«— ¡Urrkgahhh!»
El hombre gritó con un ruido extraño mientras Sebas apretaba con la mano, haciéndole aún más difícil el poder respirar. ‘No te voy a dar tiempo para que lo pienses, responde de inmediato’. El mensaje era claro.
«E-estaba enferma. Estaba tratando de llevarla al temp—»
«—No me gustan las mentiras.»
«¡Gaaghhah!»
La fuerza en el brazo de Sebas aumentó aún más y el rostro del hombre quedó completamente teñido de rojo mientras gritaba una vez más. Incluso si pudiera dejar de lado su incredulidad y reconocer que ponerla en una bolsa para transportarla al templo era una posibilidad, Sebas no podía sentir ni un ápice de preocupación del hombre hacia la chica cuando ese mismo saco había sido arrojado contra el suelo, como si el hombre hubiese estado sacando la basura.
«Detente… Gaah.»
Con apenas un poco de aire, la vida del hombre estaba en peligro. Empezó a agitar las piernas, incapaz de pensar en otra cosa.
Sebas bloqueó fácilmente con una mano el puño en dirección a su cara. Aunque las piernas del hombre agitándose se estrellaron contra su cuerpo y ensuciaron su ropa, Sebas no se movió.
—Era obvio. Un ser humano normal no podía mover un bloque gigante de acero con los pies.
Aunque estaba siendo pateado por un par de piernas gruesas, Sebas siguió hablando con calma, como si ni siquiera sintiera dolor.
«Recomiendo que hables con sinceridad.»
«Urk—»
Con el hombre incapaz de respirar, Sebas entrecerró los ojos mientras miraba su cara enrojecida. Calculó el momento justo antes de que perdiera el conocimiento y entonces lo dejó en libertad.
El hombre rodó sobre el suelo con un fuerte ruido.
«Uugh, haa, haa, haa.»
Expulsó lo último de aire que le quedaba en los pulmones con un grito y con avidez jadeó en busca de aire. Sebas lo miró en silencio. Luego se dirigió una vez más hacia la garganta del hombre.
«E-espera, ¡de-detente!»
Con un miedo que perforaba su cuerpo, tropezó dolorosamente en el suelo, alejándose de la mano de Sebas.
«¡E-el t-templo! ¡La iba a llevar al templo!»
(Sigue mintiendo, su fuerza de voluntad es inesperadamente fuerte…)
Había esperado que el hombre se rompiera bajo el dolor y el miedo a la muerte. Sin embargo, a pesar de estar asustado, no mostraba signos de que estuviera diciendo la verdad. El peligro de filtrar información rivalizaba con el peligro que Sebas planteaba.
Sebas consideró cambiar su enfoque. En cierto sentido, este lugar era territorio enemigo.
La razón por la que el hombre no pedía ayuda desde más allá de la puerta era porque no esperaba que ninguno de sus aliados respondiera inmediatamente. Independientemente de eso, permanecer por más tiempo haría que la situación se volviera problemática.
No había recibido ninguna orden de su amo para causar problemas, sino sólo para mantenerse oculto y recolectar información en silencio.
«Si eso era lo que planeabas entonces no habrá problemas si soy yo quien la lleva. Me aseguraré de que se recupere.»
Los ojos sorprendidos del hombre se movieron de lado a lado. Luego con dificultad dejó escapar desesperadamente sus siguientes palabras.
«…No hay garantía de que la llevarás allá.»
«Entonces, ¿qué tal si me acompañas?»
«Estoy ocupado en este momento, así que no puedo. Voy a llevarla luego.» Sintiendo algo en la expresión Sebas, el hombre continuó rápidamente. «Ella es legalmente nuestra. ¡Si vas a poner las manos en la propiedad de otras personas, entonces estas violando la ley! ¡Si la llevas contigo, entonces será considerado un secuestro!»
Sebas se congeló abruptamente y frunció el ceño por primera vez.
El hombre lo había atacado en donde más le dolía.
Aunque su amo le había dicho que podía llamar la atención en cierta medida, eso sólo aplicaba cuando era necesario para sus disfraces como la hija de una familia rica y su mayordomo.
Si él violaba la ley e involucraba a las autoridades, existía la posibilidad de que sus identidades se vieran comprometidas. En otras palabras, podría provocar un revuelo enorme y convertirlo exactamente en el tipo de incidente llamativo que su amo no quería.
Aunque era difícil de imaginar que este hombre tosco y vulgar fuera instruido, de todas formas su tono de voz era confiado. Debía de haber oído eso de alguien que estaba bien informado sobre la ley. Había una alta posibilidad de que sus palabras fueran ciertas.
Sin testigos a la vista, la respuesta era simple. Sencillamente podía acabar con él por la fuerza. Todo lo que quedaría sería un cadáver con el cuello roto.
Pero eso lo haría sólo cuando fuera absolutamente necesario. Era el método final, el último recurso a utilizar sólo cuando coincidiera con los objetivos de su amo. No podía hacerlo por el bien de esta chica a quien acababa de conocer.
¿Entonces la decisión correcta era abandonar a la muchacha?
Sebas sintió como aumentaba su enfado ante la vulgar sonrisa del hombre frente a él.
«¿Puede un gran mayordomo caballeroso como tú causar problemas a espaldas de su amo?»
El hombre ahora estaba sonriendo, viendo como el ceño fruncido de Sebas se hacía más evidente, debía de haberse dado cuenta de que había encontrado la debilidad del mayordomo.
«No sé a qué noble sirves, pero ¿acaso no estarías dañando la reputación de tu amo si casusas problemas? ¿Ah? Y quién sabe, tal vez ese noble está en buenos términos con nosotros. ¿No te regañará?»
«…¿Piensas que mi amo es alguien que no podría manejar la ley? Las reglas están hechas para ser rotas por los fuertes.»
Como si hubiera puesto el dedo en la llaga, el hombre se vio momentáneamente asustado pero inmediatamente recuperó la confianza.
«…¿Qué tal si lo intentas entonces?»
«…Hmm.»
El hombre no mostró signos de haber sido engañado por el farol de Sebas. El que lo respaldaba en verdad debía de ser una figura muy influyente. Concluyendo que atacarlo desde esta dirección era ineficaz, Sebas decidió intentarlo desde un ángulo diferente.
«…Puede que tengas razón. Un encuentro con la ley puede resultar muy molesto. Sin embargo, también hay una ley que establece que una persona puede rescatar a otro por la fuerza si éste lo demanda. Simplemente estoy siguiendo la ley y brindándole asistencia. En primer lugar, ya que parece estar inconsciente, creo que debería ser llevada al templo para recibir tratamiento. ¿No te parece?»
«Uh… no… eso es…»
El hombre parecía haberse quedado sin palabras.
Su máscara se deshacía.
Sebas se sintió aliviado de que el hombre fuera un pobre actor y un tonto de pocas luces. Había mentido. Ya que había mencionado la ley, Sebas simplemente optó por hacer lo mismo.
Sebas, que no estaba familiarizado con las leyes de este país, no habría tenido ninguna manera de responder si el hombre le hubiera increpado una vez más con otra ley; incluso si hubiera estado mintiendo. El hombre había terminado en esta posición porque sólo conocía la ley de oído y no se había molestado en estudiarla.
Debido a que su conocimiento de la ley era lo que había escuchado de alguien más, le traería problemas en el caso de que su oponente optara por un debate legal. Y el hombre era probablemente un miembro de bajo rango de su organización. No estaba acostumbrado a una posición en la que tenía que tomar sus propias decisiones.
Sebas alejó su mirada del hombre y se acercó a la cabeza de la chica.
«¿Quieres que te ayude?»
Sebas le preguntó e inclinó su oído hacia los labios agrietados de la joven.
El sonido de su débil respiración fluyó a sus oídos. No, ¿podría incluso ser llamado así? Era como el sonido de la última cantidad de aire que escapaba de un globo.
No hubo respuesta. Sebas giró un poco la cabeza y le preguntó una vez más.
«¿Quieres que te ayude?»
Las circunstancias de ayudar a esta chica y a la anciana de antes eran completamente diferentes. Aunque Sebas tenía el deseo de ayudar a otros en necesidad, había una alta posibilidad de que ayudar a esta chica traería una gran cantidad de problemas. Sebas sintió como si un viento helado estuviera atravesando su corazón. Le preocupaba si el Ser Supremo permitiría este tipo de acciones, y sobre cómo esto podría traicionar a un objetivo superior.
Como era de esperarse, no hubo respuesta.
Una sonrisa cruel se formó lentamente en el rostro del hombre.
Para alguien que estaba familiarizado con el infernal entorno de la muchacha, era obvio que ella ni siquiera tendría la energía para hablar. De lo contrario, no la habría sacado para deshacerse de ella en primer lugar.
Un golpe de suerte no se produce en sucesión. Si fueran tan frecuentes, entonces no serían llamados ‘de suerte’ en primer lugar.
Así era. Si la mano que se agarró al borde de los pantalones de Sebas fue un golpe de suerte, entonces no habría una segunda vez.
—Su suerte se había agotado en el momento en que Sebas puso un pie en este lugar. Todo lo que seguiría después sería el resultado de su voluntad de vivir.
Eso— nunca se debería a la suerte.
—Lentamente.
—Muy lentamente, su boca se movió. No era algo realizado automáticamente como la respiración. Se sentía una voluntad distinta.
«—.»
Al oír esas palabras, Sebas asintió una vez.
«… No tengo intenciones de salvar a los que como las plantas en espera de la lluvia sólo oran para que los demás les brinden ayuda. Sin embargo… si ellos mismos luchan por sobrevivir…» Sebas cubrió los ojos de la chica con la mano. «No tengas miedo, descansa ahora. Estarás bajo mi protección.»
Aferrándose a una sensación suave y cálida, la chica cerró sus ojos turbios.
El hombre no lo podía creer y trató de expresar su obvia respuesta.
«Estás minti…»
El resto no se pudo oír. El cuerpo del hombre quedó inmóvil, con las palabras en su garganta.
«¿Acabas de decir que estoy mintiendo?»
Antes de que se pudiera dar cuenta, Sebas se puso de pie, atravesando al hombre con la mirada.
Sus ojos eran aterradores.
El aliento del hombre se vio interrumpido por la sensación de su corazón a punto de estallar.
«¿Estás diciendo que le mentiría a gente de tu calaña?»
«Uh, n… no…»
*Glup*. La garganta del hombre se movió mientras tragaba la gran cantidad de saliva que se había acumulado en su boca. Sus ojos se clavaron en el brazo de Sebas. El temor que estúpidamente había olvidado, de no saber cuál era su lugar, había regresado.
«Entonces voy a llevarla conmigo.»
«¡E-Espere! ¡Por favor señor espere!»
Sebas miró al hombre que había levantado la voz.
«¿Aún tienes algo que decir? ¿Estás tratando de ganar tiempo?»
«N-no señor, no es eso. Le estoy diciendo que va a ser un gran problema si se lleva a esa chica, tanto para usted como para su amo. Los Ocho Dedos, ¿no los conoce?»
Sebas había oído hablar de ellos durante su recolección de información. Eran una organización criminal que operaba desde las sombras del Reino.
«Lo entiende, ¿verdad? Por favor señor, sólo pretenda que no vio nada. Si se lleva a esa chica entonces van a castigarme por meter la pata.»
El hombre se había dado cuenta de que no podía ganar por la fuerza y había adoptado una actitud de adulación. Sebas lo miró fríamente y habló con una voz igual de fría.
«Voy a llevarla conmigo.»
«¡No lo haga, se lo ruego! ¡Seré hombre muerto!»
(Tal vez debería matarlo aquí mismo.)
Sebas se sumió en sus pensamientos. Podía oír al hombre llorando, incluso mientras sopesaba las consecuencias positivas y negativas de matarlo.
Aunque pensó que el hombre podría estar tratando de ganar tiempo para que llegaran sus aliados, descartó esa posibilidad al ver su comportamiento.
«¿Por qué no pides ayuda?»
El hombre parpadeó y respondió de inmediato.
Según él, si fuera a perderlos de vista mientras buscaba ayuda, sus aliados sabrían que había cometido un error fatal. Asimismo, no creía probable que pudieran ganar en una pelea, incluso con más gente. Era por eso que estaba tratando de convencer a Sebas a cambiar de opinión.
Al ver tal comportamiento lamentablemente patético, Sebas sintió la tensión dejando su cuerpo. Su intención de matar había desaparecido casi completamente. Aunque, dicho esto, no tenía ninguna intención de entregarle la muchacha al hombre. Si era así—
«…Entonces, ¿Por qué no huyes?»
«Eso es imposible, señor. No tengo el dinero para eso.»
«Aunque no creo que sea más costoso que tu vida… Voy a darte los fondos necesarios para que puedas escapar.»
La luz volvió a la cara del hombre después de oír las palabras de Sebas.
Aunque sería más seguro matarlo, si el hombre escapaba desesperadamente entonces al menos podría ganar un poco de tiempo. Mientras tanto, él podría curar las heridas de la muchacha y trasladarla a un lugar seguro.
Y si fuera a matar al hombre aquí mismo, había una gran probabilidad de la búsqueda de la chica desaparecida comenzara inmediatamente.
De manera similar a como desconocía las circunstancias que condujeron a que la chica terminara en su situación actual, no podía descartar la posibilidad de que esto dañaría a sus conocidos y familiares.
Sebas se turbó. ¿Por qué iba tan lejos como para asumir todos estos riesgos?
No entendía de donde venía la agitación en su corazón por salvar a esa chica. Otros habitantes de Nazarick la habrían ignorado, diciendo que no se molestarían con algo tan insignificante. Ellos se habrían sacudido la mano y se hubiera alejado.
—Uno Debe ayudar a las personas que lo necesitan.
Sebas le respondió al hombre, dejando de lado la duda de su corazón que incluso él mismo no podía explicar. Ahora no era el momento para ese tipo de pensamientos.
«Usa este dinero para contratar a un aventurero y haz todo lo posible para escapar.»
Mientras Sebas sacaba una pequeña bolsa de cuero, los ojos del hombre de llenaron de dudas. La cantidad de dinero que podría caber dentro de una pequeña bolsa no sería suficiente.
Sin embargo, en el momento siguiente, los ojos del hombre quedaron pegados a las monedas que fueron arrojadas al suelo. El brillo similar a la plata, era el del platino utilizado cuando se trataba del comercio entre países. Valía al menos diez veces más que el oro. Diez de tales monedas fueron esparcidas alrededor.
«Todo lo posible, ¿entiendes? También tengo un par de preguntas. ¿Cuánto tiempo crees tener para contestarme?»
«Eh, estamos bien de tiempo. Deshacerme de… eh, no. Les dije a mis compañeros que la llevaría al templo, así que puedo demorarme un poco.»
«Ya veo. Entonces partamos.»
Manteniendo sus palabras breves, Sebas, con la barbilla, le indicó al hombre que lo siga y caminó con la chica en brazos.