Overlord Volumen 12

Overlord – Volumen 12: Capítulo 1 (Parte 3)

Serie: Overlord.
Volumen 12: El paladín del Reino Sagrado.
Capítulo 1: El Emperador Demonio Yaldabaoth (Parte 3).
Autor: Kugane Maruyama (丸山くがね).
Ilustrador: So-bin.
Traducción al español: Erb, Asbeltrion (Overlord Novela Ligera).


Capítulo 1: El Emperador Demonio Yaldabaoth

Parte 3

Se trataba de un demonio que había causado grandes estragos en el Reino, y, de acuerdo a los rumores, había usado magia poderosa para destruir la muralla como si hubiera estado hecha de papel.

La alianza de semihumanos estaba compuesta de dieciocho especies, y se estimaba que sus números excedían los cien mil. Este ejército de semihumanos ahora estaba enfocado en destruir las paredes y fortificaciones, y había detenido su avance.

Luego de enterarse de esto, la regente del Reino Sagrado —la Reina Sagrada— promulgó una orden de movilización general para toda la nación.

Ya que el territorio del Reino Sagrado se extendía alrededor de las orillas norte y sur de una bahía central, obviamente cualquier fuerza militar activa tendría que estar constituida de dos ejércitos: el Ejército del Norte del Reino Sagrado y el Ejército del Sur del Reino Sagrado.

Cada ejército se movilizó hacia sus propios emplazamientos de importancia —la ciudad de Kalinsha en el norte, y la ciudad de Dibonei en el Sur— donde espiaron los movimientos del enemigo por varios días.

Los reportes que recibieron de las tropas que observaban las murallas hicieron que la situación fuese aún más urgente:

-La alianza de semihumanos, con todas sus fuerzas, se dirige hacia el oeste. Llegarán a la ciudad fortaleza de Kalinsha en pocos días.-

«Ya veo. Así que este lugar se convertirá en un campo de batalla después de todo…»

La que hablaba era la Reina Sagrada, Calca Bessarez.

Debido a la baja posición que tenía en el orden de sucesión —sólo los hombres había heredado el Reino Sagrado hasta ahora— nunca debería haber asumido el título de Reina Sagrada. Sin embargo, en vista de las dos cualidades que poseía, la corona eventualmente fue colocada sobre su cabeza.

La primera, era su hermosa apariencia. Su rostro era tan hermoso como una flor recién florecida, imbuido de ternura y dignidad, y era elogiado como ‘el tesoro de Roble’, mientras que su radiante y vigoroso cabello largo era como hilos de oro. Casi parecía un ángel, y había muchos que al ver su bondadosa sonrisa habían llegado a describirla como una santa.

Su otra cualidad era su excelencia como lanzador de magia divina. Era una genio que a la corta edad de quince años ya podía usar hechizos de cuarto nivel, y había ascendido al trono con el sólido apoyo del anterior Rey Sagrado y de las iglesias.

En los diez años posteriores, aunque hubo quienes no estaban de acuerdo con su excesiva bondad, no había cometido ningún error que pudiera considerarse crítico y por lo tanto había gobernado el Reino Sagrado hasta este día. Sin embargo, los cimientos de su gobierno no eran macizos. Más bien, las brasas ardían ocultas a la vista.

—Entiendo su dolor, Calca-sama, pero la gente que vive en Kalinsha lo hace porque se han preparado a sí mismos para la llegada de un día como éste. Además, en el pasado estuvo, ejem, aquella batalla, en la que ésta ciudad fue el centro de la lucha. Es por eso que las paredes de aquí son incluso más altas y resistentes que las de allá.

La persona que intentaba consolarla era una mujer de cabello castaño.

Aunque era tan hermosa como la Reina Sagrada, sus ojos poseían una mirada fría y afilada, como el filo de una espada. Vestía una armadura completa plateada y una sobreveste. Éstas eran las vestimentas tradicionales de un gran maestre de la orden de paladines, trajes ancestrales de artesanía mágica. Lo más importante era la espada en su cintura, cuyo nombre era conocido por todos en el Reino Sagrado.

Era reconocida como una de las cuatro Espadas Divinas, la espada sagrada Zafarisia.

Uno de los Trece Héroes, conocido como el Caballero Negro, se decía que portaba cuatro espadas —la espada de la maldad Hyumilis, la espada demoniaca Kilineyram, la espada de la putrefacción Crocdabal y la espada fatídica Sfeiz. Ésta era una de las cuatro espadas que existían como sus contrapartes. Por cierto, las otras tres eran conocidas como la espada de la ley, la espada de la rectitud y la espada de la vida.

Portar una espada poderosa usualmente hacía que una persona se sintiera embriagada por su poder y dejara de lado los fundamentos del manejo de la espada. Por lo tanto, el hecho de que estuviera portando esa espada, que normalmente nunca usaría, era una señal de su inquebrantable determinación de unirse a la batalla que se avecinaba, y de ganarla.

Se llamaba Remedios Custodio.

Era una amiga íntima de Calca, y como la líder de la generación más poderosa en la historia de la orden de los paladines, los cimientos de su poder estaban basados en el poderío militar. Al mismo tiempo, era la Blanca de los Nueve Colores.

—Sí, sí. Y también hemos enviado a todos los no combatientes a refugiarse así que no habrá bajas entre ellos. Más bien, ¿no creen que el problema más urgente después de la guerra será el gasto incurrido durante las luchas?

La persona que estaba así como ‘ejejeje’ de manera inculta era una mujer.

Aunque la forma de sus ojos y boca eran ligeramente diferentes a las de Remedios, su rostro seguía teniendo una gran semejanza. Sin embargo, esas pequeñas diferencias eran suficientes para cambiar la impresión que dejaba en los demás. Se veía como si estuviese planeando algo, o en términos menos amables, se veía como si tuviera alguna intriga oscura bajo la manga.

Se trataba de la hermana de Remedios, dos años menor, Kylardo Custodio.

Era la suma sacerdotisa de las iglesias, y la líder del clero.

Públicamente, se sabía que podía usar magia divina del cuarto nivel. Sin embargo, eso no era más que un engaño; aquellos cercanos a ella, sabían que podía usar hechizos del quinto nivel.

A propósito, no era parte de los Nueve Colores. Aunque las iglesias estaban por debajo de la Reina Sagrada, era una política de gobierno el no otorgar un título de Color a sus miembros con el fin de evitar problemas concernientes al balance de poder.

Estas hermanas eran conocidas como las genios Custodio, las alas gemelas de la Reina Sagrada.

Hasta ahora, ya que era mujer, muchos nobles tenían sus dudas sobre la ascensión de Calca al trono, y se preguntaban si era posible que hubiera hecho algo con, o a, las hermanas. Por lo tanto, usualmente hablaban mal de las tres al mismo tiempo.

Aunque había muchos rumores sobre ellas que habían sido esclarecidos, seguía existiendo un rumor en particular. Las tres eran solteras —ni siquiera se les conocía a algún enamorado— así que se decía que tenían una relación de otro tipo entre ellas. Sin importar lo mucho que Calca lo negara, no podía deshacerse de aquél rumor, y era una fuente importante de frustración para ella.

—Con sólo oírlo me da dolor de cabeza. Ya es bastante malo que no tengamos nada que ganar incluso si salimos victoriosos.

—Sin embargo, dicen que esta vez los semihumanos están muy bien preparados. ¿Por qué no vendemos sus equipos?

—Ah cierto, sabes que no puedo aprobar eso, onee-sama. Digamos que quisiéramos vender sus armaduras, ¿dónde las venderíamos? No has pensado sobre eso, ¿verdad? Sólo podríamos venderlas en el extranjero, pero las armaduras semihumanas no van a obtener más que precios bajísimos. Además, debemos evitar reforzar los arsenales de otros países hasta después de haber reconstruido la muralla destruida. En particular, espero que no caigan en las manos del Reino Hechicero.

—¿Eh? ¿No te agrada el Reino Hechicero? Nunca te he oído decir nada sobre eso en la corte.

—No son del agrado de ningún sacerdote. Piensa lo mismo, ¿cierto, Calca-sama?

Calca lo meditó. Siendo parte del clero y como la Reina Sagrada, sentía desagrado por ellos. Sin embargo, como cabeza de estado…

—…El deber de un rey es amar a su nación, amar a su gente, y garantizarles la paz. Siempre y cuando él haga eso, debería estar bien, ¿no?

Las hermanas se miraron la una a la otra frente a Calca.

—¿Amor? Imposible. ¿Cómo podría un nomuerto sentir algo así?

—Estoy de acuerdo con onee-sama. Los nomuertos… No creo que sean capaces de amar como usted, Calca-sama.

—Ustedes dos no se guardan nada. Sin embargo, no pueden hablar mal de las personas sin antes conocerlas, ¿correcto?

Las expresiones de confusión de sus rostros se veían bastante similares. Calca pensó que eran hermanas después de todo, y después de acallar la sonrisa de su cara, su voz se volvió seria.

—¿Qué dijeron tus asistentes? Kylardo, háblame del plan para lidiar con Yaldabaoth.

La Reina Sagrada no participaba en las reuniones de estrategia. En lugar de eso, recorría las posiciones de los soldados para elevar su moral. Aunque las tropas del Reino Sagrado estaban mejor entrenadas que las de otras naciones, en última instancia, eran conscriptos. Motivarlos era muy importante.

—Sí. Ya estamos discutiendo cómo hacer frente a situaciones en las que los semihumanos rodean esta ciudad, toman un desvío, avanzan hacia el sur, se dividen para conseguir diferentes objetivos, y cosas similares.

Eran los momentos como estos los que reafirmaban su convicción de que las hermanas eran parecidas, pero no iguales. Si le hubiera hecho esa misma pregunta a la mayor, su respuesta habría hecho que sintiera ganas de agarrarse la cabeza con frustración.

—Ya veo… entonces, ¿qué escenario crees que será el más probable?

—Teniendo en cuenta el camino que ha seguido la invasión de semihumanos hasta ahora, lo más seguro es que escogerán rodear esta ciudad. Sin embargo, hay un problema con eso.

—Mm, sí.

—¿Qué quieres decir?

Remedios, no había participado en las reuniones tampoco, ya que era la guardaespaldas de Calca. Sin embargo, el hecho de no haber podido darse cuenta de la respuesta, la misma que la Reina Sagrada había deducido de inmediato, se debía a otro problema.

—… Onee-sama. Me refiero al demonio que causó estragos en el Reino, Yaldabaoth. Aunque no hay forma de saber lo astuto que es, usualmente los demonios son hábiles cuando se trata de intrigas y engaños. Podría adoptar un plan que no hemos previsto.

—Ya veo… de seguro es difícil para los asistentes que tienen que encargarse de la estrategia y el planeamiento…

Aunque era mucho lo que Calca quería decirle a la líder de la orden de paladines, Calca resistió el impulso de hacerlo.

—… Esto es bastante desconcertante. Entonces, si los semihumanos rodean esta ciudad, ¿qué sucederá después? Aunque las reservas de comida son amplias, luchar en un asedio defensivo causará estragos en la moral. ¿Han tomado eso en cuenta también?

—Sí. Normalmente, todo lo que tendríamos que hacer es esperar a que lleguen refuerzos del Sur, pero tenemos informes que dicen que Yaldabaoth usó un misterioso poder para destruir el muro de un solo golpe. Con ese comodín gigantesco en juego…

Las tres fruncieron el ceño.

Cualquiera se enojaría al enterarse de lo que le sucedió al muro, pero Calca sabía lo que pasaba. Remedios simplemente imitaba lo que las otras dos habían hecho.

A Remedios no le gustaba pensar, y era una persona muy testaruda. Ése era un defecto, pero también era la razón por la que podía encarnar la justicia absoluta.

La naturaleza de la justicia era difícil de contemplar. Por ejemplo, al imaginar a dos niños, uno humano y otro semihumano. Al ser puros e inocentes, se hacen amigos. Sin embargo, si el niño semihumano fuese descubierto por los adultos, sería encerrado, y el niño humano rogaría por su vida. Sin embargo, si dejan ir al niño semihumano, podría crecer hasta convertirse en una amenaza para la humanidad. ¿Era correcto o incorrecto matar al niño semihumano? ésta no era una pregunta que pudiera ser contestada fácilmente.

Calca lo habría perdonado sin vacilaciones.

Remedios, sin embargo, lo mataría sin dudarlo ni un segundo. Además, insistiría en que estaba haciendo lo correcto, y no sentiría una pizca de culpa por ello. En su corazón, cualquier cosa que hiciera por el bien de la nación y del pueblo era aceptable.

Cuando tomó el trono de Reina Sagrada, Calca había declarado a sus dos amigas íntimas: ‘Yo daré felicidad a las masas débiles, y haré un país donde nadie llorará’. En respuesta, Remedios había dicho: ‘Te ayudaré en esto y apoyaré esa causa justa’.

Era más directa que cualquier otra persona, su corazón estaba lleno de convicción, y la luz en sus ojos era como la de un fanático.

Alguien así era claramente peligroso, pero Calca no se apartó de su amiga. Los impulsos justos de amar a los demás, amar la paz, odiar el mal, y el deseo de ayudar a los débiles eran todas las cosas que Calca debería acoger con beneplácito.

Y era por esa naturaleza suya que lo que pensaba y hacía eran lo mismo. Ya que Remedios no pensaba en sus palabras, todo lo que decía le venía del corazón.

Cualquier organización, en particular aquellas que habían existido por mucho tiempo, se volvería lenta debido a miedos y preocupaciones. Además, sus motivos se irían haciendo impuros gradualmente.

Puesto que el poder descansaba en las manos de una sola persona, era natural que se dieran pugnas de poder. Incluso si alguien emergía vencedor, la batalla contra la sospecha, los celos y el miedo, continuaría hasta que una de las partes pereciera eventualmente.

Sin embargo, Calca había sido liberada de esa maldición a medias. Eso era porque ella había obtenido un poder mágico considerado de alto nivel incluso cuando se lo comparaba al de las generaciones pasadas de Reyes Sagrados, y su corazón estaba tranquilo. Por lo tanto, Calca podía dejar de lado sus preparativos mentales para asumir el trono de la Reina Sagrada, pero sus hermanos no sentían lo mismo.

Sólo había un hermano mayor entre sus parientes en el que podía confiar: Kaspand.

Ya que la vida de Calca era así todo el tiempo, Remedios era como un oasis espiritual para ella.

—Umu. Un poder así de increíble me hace pensar en el poder de los Dioses Demonio de las historias.

—Onee-sama, incluso los Dioses Demonio no eran tan poderosos. Es posible que Yaldabaoth sea un ser superior a ellos.

—… Qué molestia. Entonces, ¿cómo lo derrotaremos?

—¡De qué se preocupa, Calca-sama! Dicen que fue derrotado por los aventureros de rango adamantita del Reino. ¿No cree que podríamos hacer lo mismo también?

—… Es verdad. Si aventureros comparables a nosotros pudieron hacerlo… pero ahora el problema radica en si Yaldabaoth puede usar continuamente ese poder que derribó el muro.

—Respecto a eso, los asistentes creen que ya que el muro fue golpeado sólo una vez, debe ser porque Yaldabaoth tiene problemas para usarlo continuamente.

—Eso tiene sentido. Si pudiera usarlo repetidamente, entonces ya lo habría hecho. No lo hizo porque sólo podía atacar una vez.

Calca estaba de acuerdo con la opinión de Remedios. Si era posible hacerlo, no había ninguna razón para no usar repetidamente ese ataque.

Era igual para ella, pensó, y acarició suavemente la corona que llevaba. Era un objeto mágico vinculante requerido por el hechizo ritual que había sido pasado de generación en generación en el Reino Sagrado, el 「Jihad Final」*.
(*Es posible que cambie este nombre después)

—… Bueno, si reunimos a todas nuestras fuerzas, Yaldabaoth difícilmente sería un enemigo invencible. El hecho es, que ya ha sido derrotado una vez.

El Gremio de Aventureros había protestado fuertemente contra la conscripción de aventureros a las filas del ejército, pero Calca no los había exonerado de ello. Era natural, éste era un asunto de importancia nacional, y dividir sus fuerzas era tonto en extremo. Además, el Gremio de Aventureros difícilmente era tan poderoso como lo era el mismo Reino Sagrado, así que forzarlos a obedecer fue una tarea sencilla.

—Es verdad. Aunque supongo que fracasamos al no lograr obtener información detallada sobre las actividades de Yaldabaoth en el Reino.

—Me disculpo por eso.

—No, no me refería a eso, Kylardo. No tienes la culpa. La culpa la tengo yo, ya que no presté atención a las noticias sobre otros países.

—Claro que no, Calca-sama. Es culpa de Kylardo.

—Onee-sama…

—Bueno, ciertamente no es culpa mía. ¡Hice mi trabajo protegiendo a Calca-sama y deshaciéndome de monstruos! No metí la pata en mi trabajo. ¡Eso es lo que ellos llaman hacer uso apropiado del talento!

Remedios hinchó el pecho en señal de triunfo.

Tenía razón al decir eso. Sin embargo, seguía siendo molesto.

—… ¿Podría ser que Yaldabaoth estuviera detrás de esos incidentes en los que desaparecieron personas de varios pueblos?

—Ése podría ser el caso…

Ya había pasado un tiempo, pero había habido incidentes en los que todos los residentes de bastantes pueblos habían desaparecido. Al final, no habían conseguido obtener ninguna información que apuntara hacia el culpable, pero era posible que Yaldabaoth estuviera tirando de las cuerdas entre bastidores.

—En ese caso, necesitamos resolver esto antes de derrotar a Yaldabaoth. Hablando de ello, si el Reino lo hubiera eliminado adecuadamente, no habríamos tenido problemas como éste… ¿Gazef Stronoff se enfrentó contra él?

Kylardo miró a Calca con una expresión de perplejidad en el rostro.

Sus ojos parecían estarle preguntando: ‘¿No le contaste a Nee-san sobre eso?’ Por lo tanto, Calca le dio una respuesta que daba descanso a sus dudas, y luego sonrió con cansancio.

Traducido, significaba, ‘Por supuesto que le dije. Le conté cómo Yaldabaoth atacó la Capital Real, cómo los aventureros lo derrotaron, sobre los otros demonios que aparecieron y cómo el Capitán-Guerrero los derrotó a todos. Se lo dije todo… así que, debe haber sido expulsado a la fuerza hacia afuera por otras cosas; le ha entrado por un oído y le ha salido por el otro’.

—… Realmente siento lástima por los asistentes de Nee-san.

—¿Hm? ¿Por qué estás hablando sobre ellos de repente?

Kylardo no respondió a la pregunta, en lugar de eso, empezó a rizar un mechón de pelo alrededor de su dedo.

Como Remedios no pensaba para nada, tenía que haber alguien para cubrirle las espaldas. Eso lo harían ellos.

Podía apreciar profundamente el sufrimiento por el que pasaron. Sin embargo, la ingenuidad de Remedios —o su estupidez, si uno no se inclinaba a ser cortés— también tenía un efecto curativo en el alma, por lo que los puntos buenos y los puntos malos se cancelaban mutuamente.

—… Ahh. Sólo sé unas cuantas cosas, pero al parecer, él luchó contra otro demonio, uno cubierto de escamas.

—Ya veo. Bueno, si él hubiera derrotado a Yaldabaoth, las cosas no habrían terminado así. ¿O me va a decir que esos aventureros de rango adamantita son más fuertes que él?

—No estoy muy segura de eso, pero creo que ése podría ser el caso.

Remedios frunció el ceño con disgusto.

Probablemente le fastidiaba que alguien cuya fuerza ella había reconocido estuviera siendo menospreciado por otra persona.

—Bueno, todo lo que él sabe es cómo usar una espada. Si tuviera otras maneras de lidiar con demonios al igual que nosotros, las cosas probablemente habrían sido diferentes.

En puro poder de lucha, los paladines estaban un poco por debajo de los guerreros. Sin embargo, ese no era el caso cuando se combatía contra seres malvados. Remedios tenía razón, pero Kylardo suspiró en silencio de todas maneras.

Justo entonces, Calca imaginó que había oído el sonido de las campanas.

Remedios inmediatamente entró en acción. En momentos como éste, ella seguía siendo la primera en actuar.

Abrió las ventanas de un tirón.

El aire de principios del otoño fluyó dentro, y el aire calentado por sus cuerpos fluyó hacia afuera.

El aire fresco y vigorizante trajo consigo el sonido del repique de las campanas. Era prueba de que lo que había oído antes no era un sonido fantasma provocado por el zumbido de sus oídos. No, habría sido mucho mejor si hubiera escuchado mal las cosas.

Al mismo tiempo, oyó el sonido de varios pasos desde el pasillo.

—Calca-heika, por favor, colóquese detrás de mí.

Remedios sacó rápidamente la espada sagrada Zafarisia y se levantó, poniéndose entre Calca y la puerta.

La puerta se abrió con un pom.

—¡Su Sagrada Majestad!

Reconoció al primer hombre que entró en la habitación mientras gritaba en voz alta; era el jefe de personal.

—¿Qué pasó? ¿Por qué estás con tanta prisa?

La voz de Remedios contenía un toque de reproche, y el jefe de personal respondió con un tono claramente desconcertado.

—No hay tiempo para caminar lentamente! ¡Su Sagrada Majestad! ¡Es Yaldabaoth! ¡Yaldabaoth apareció dentro de la ciudad! Ha comenzado a destruir la ciudad con muchos demonios bajo su mando! ¡También, los semihumanos han hecho su jugada! ¡Parece que están avanzando hacia este lugar!

—¿¡Qué dijiste!?

—Hemos avistado al ejército semihumano en las cercanías. ¡No sabemos cómo engañaron a nuestros centinelas, pero han estado dando información falsa! ¡La batalla empezará en cualquier momento!

Aunque el repentino exceso de información la confundía, eso duró sólo un segundo. Calca retomó de inmediato su actitud de reina y dio órdenes.

—Si bien esto es un gran desvío de nuestros planes, oficialmente comenzaremos el combate con Yaldabaoth. Mientras lo detenemos, prepárense para enfrentar al ejército semihumano. ¡Transmita mis órdenes a los aventureros!

Al oír las palabras de su subordinado, las dudas inundaron de vuelta el corazón de Calca.

¿Había subestimado a Yaldabaoth?

Por supuesto, no tenía ninguna intención de subestimar al demonio que fácilmente podía destruir el muro. ¿Pero pensar que podía vencerlo no era un error en sí mismo? ¿No habría sido mejor retirarse hasta haber reunido la información suficiente sobre su enemigo?

No. Calca hizo a un lado la incipiente debilidad de su corazón

Si no peleaban ahora, ¿cuándo lo harían? Aunque era importante conocer al enemigo, ahora era la única oportunidad que tenían de atacar con todas sus fuerzas. Después de esto, el desgaste de la batalla agotaría sus recursos, y sería cada vez más difícil reunir el poder que ahora podían usar.

Además, una retirada continua hasta haber completado las operaciones de recolección de inteligencia, en esencia, era permitir que su país fuera pisoteado.

Si ése fuera el caso, un número inimaginable de sus ciudadanos terminarían sufriendo.

—…Le permitiré a la gente común vivir sus días con felicidad, y haré de éste un país en el que nadie será herido.

—¡En efecto, Calca-sama! —Añadió una sonriente Remedios a los murmullos que Calca dirigió hacia sí misma.

Ésas eran las palabras que había pronunciado en el pasado, antes de saber la verdad del mundo. Sin embargo, con las cosas como estaban ahora, parecía un objetivo casi imposible de lograr.

—Hmph! ¡Se ha vuelto arrogante ahora que ha cruzado el muro, pero es increíble que no haya traído su ejército de semihumanos con él! —Remedios dijo con furia.

¿Realmente era así? No, debía ser así. Sin embargo, no podía deshacerse de la innegable sensación comprimiéndole el corazón de que algo andaba mal.

—No bajen la guardia, ¿de acuerdo? ¿Es ésta la forma en la que deberían tratar a un oponente de tal poder?

—¡Por supuesto, Calca-sama! ¡No tengo la intención de ser descuidada en absoluto! ¡Con esta espada sagrada, liberaré al demonio del peso de su cabeza y se la presentaré!

«Esto es malo. Ya no puedo calmarla más.»
Eso era lo que Calca pensaba, pero no estaba preocupada por ella. Porque Remedios era una persona diferente cuando salía al campo de batalla.

—Ahh, no hay necesidad de molestarnos con su cabeza, pero tu lealtad me hace muy feliz. En ese caso, con respecto al plan de matar a Yaldabaoth… ¿Puedes ganarnos algo de tiempo?

—Pero por supuesto. Su sirvienta ya ha enviado una fuerza de avanzada para llevar a cabo nuestros planes.

En ese momento, Calca sintió un leve dolor en su corazón. Eso se debía a que la ejecución de esa orden era lo mismo que enviarlos a morir.

Los soldados saldrían a pelear contra Yaldabaoth, a pesar de no tener ninguna posibilidad de victoria.

Uno de sus deberes como monarca era intercambiar la vida de unos pocos por la supervivencia de muchos. Por lo tanto, aquí no podía ni llorar ni lamentarse.

Los soldados estaban dando sus vidas por ella, así que tendría que convencerlos de que se trataba de una tarea gloriosa.

Tendría que desempeñar el papel de la reina suprema, respetada por encima de todos los demás, la Reina Sagrada.

—¡En ese caso, dirijámonos fuera!

El aplauso resonante de sus manos fue la señal para que todos pasaran a la acción.

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Publicado por

AKNovelas

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